Agresiones inaceptables

Este diario reveló ayer cómo vecinos de las áreas de influencia de los canales Ulises Francisco Espaillat y  Monsieur Bogaert en Santiago, vienen degradando sus cauces, aguas y bermas, de forma tal que dañan esas obras clave para la irrigación&#8230

Este diario reveló ayer cómo vecinos de las áreas de influencia de los canales Ulises Francisco Espaillat y  Monsieur Bogaert en Santiago, vienen degradando sus cauces, aguas y bermas, de forma tal que dañan esas obras clave para la irrigación y para la producción agrícola de cientos de familias y empresas.

Ese tipo de daños a infraestructuras públicas y a cauces de ríos no es único de esa región. Igual ocurre en otras zonas, donde canales y acuíferos de todo tipo son agredidos, con la indiferencia de los liderazgos locales y de las autoridades municipales.

Así vemos cómo en las orillas de los canales, las bermas, utilizadas precisamente para la penetración de grúas o máquinas especiales para su mantenimiento, han sido invadidas y sobre ellas levantadas habitaciones y establecimientos comerciales.

Por un lado, imposibilitan el acceso para dar el mantenimiento y al mismo tiempo lanzan sobre las aguas toda clase de desperdicios, sean orgánicos o de cualquier naturaleza. La contaminación que se genera impacta la calidad de las aguas y probablemente de los cultivos. Algunos proyectos en esas zonas están establecidos bajo esquemas de manejo orgánico como un factor de mayor valor agregado.

Es un serio problema que debía tener dolientes, pero nadie hace nada.
Se podría reclamar al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), que intervenga, pero si los alcaldes y las gobernaciones permiten que invadan las vías de acceso para darles el mantenimiento, no hay manera de hacerlo.

Lo mismo que ocurre con los canales o los ríos, el ataque sin sanción a bienes públicos, igual se replica contra sitios o monumentos.

Ocurre todo esto por una débil cultura ciudadana y por la irresponsabilidad de los entes y autoridades públicas que se desentienden de tan graves situaciones.
Y necesariamente habrá que preguntarse si tales actitudes obedecen a la indiferencia, desentendimiento o una precaria comprensión de la importancia de asuntos tan sensibles al medioambiente y a la calidad de vida.

¿Harán algo para detener el desorden que lo daña todo?

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