El derecho a la paz

Ayer la ciudad de Santo Domingo era un tapón intermitente. Aún en horas distantes de los picos. ¿Qué ocurría en…

Ayer la ciudad de Santo Domingo era un tapón intermitente. Aún en horas distantes de los picos. ¿Qué ocurría en la ciudad? Fue la pregunta obligada de algunos.

La relación más cercana con ese “movimiento urbano” fue la paralización parcial del transporte el día anterior. No sólo dejaron de circular muchas guaguas y carros del concho. Muchas personas también se quedaron en sus casas. Nada peor que el miedo. Paraliza. Este martes muchas personas salieron a hacer lo que no hicieron el lunes.

Pero esa explicación no satisface a todos. En octubre el país dio una señal de reacomodo, después de nueve meses de moderado crecimiento con inflación. En ese mes la inflación fue imperceptible. Un 0.03%, casi nada. Si se chequea la inflación acumulada de enero a octubre, que fue de 7.54%, entonces estamos frente a una variación interesante.

Noviembre marca el fin de año, más que diciembre. Empiezan las brisas de invierno. Los vientos del Norte bajan moderadamente las temperaturas en la isla. El Gobierno, con el presidente Leonel Fernández en la calle, está tratando de superar la parálisis que caracterizó el período mayo-agosto. Y reaccionó frente a un perceptible desánimo colectivo.

La administración acaba de anunciar el pago del sueldo 13, para el 8 de diciembre. Una buena noticia para todos los que reciben ingresos del Gobierno, los empleados y las botellas. También, en este mes de noviembre termina la temporada ciclónica. Baja el estrés de los ciclones predecibles.

Hay muchos policías en las calles. La percepción de inseguridad ha disminuido. La Policía da notaciones de que se quiere limpiar de los delincuentes que la desacreditan.

Quizás hay razones para que mucha gente se sienta mejor. Todos, al aproximarse el fin de año, deberíamos darnos un descanso. Recoger las hachas y bajar las tensiones.

El país debe seguir avanzando. Deben persistir las diferencias sobre los diferentes problemas, pero tenemos derecho a vivir en paz, con las conocidas precariedades. Y debemos trabajar todos los días, para superarlas.

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