No aprenden

Los convocantes de la huelga  de este lunes no aprenden. Hicieron las mismas declaraciones (“Todo está listo para el paro nacional.…

Los convocantes de la huelga  de este lunes no aprenden. Hicieron las mismas declaraciones (“Todo está listo para el paro nacional. No hay marcha atrás. Es irreversible…”), los mismos llamados y levantaron las mismas demandas.  Al término de la jornada, después que el país mostró que no estaba en eso, también hicieron la misma reflexión de la penúltima convocatoria: “El paro  fue un éxito”.

Ese ejercicio ha conducido al movimiento social, o a una buena parte de quienes se atribuyen su representación, a frustraciones sistemáticas, porque sus líderes no aprenden de su quehacer, no imaginan ni construyen proyectos viables que puedan conducir a propósitos posibles.

300 organizaciones envueltas en una paralización de actividades que sólo activa a segmentos sindicalizados del transporte, con intereses marginales, cuyos dirigentes valoran muy bien,  pero que la sociedad no acepta como parte de su dinámica.

Una buena parte de esos activistas actúan como si su oficio fuese propiciar paralizaciones, con reclamos que saben muy bien que no se van a cumplir, no sólo porque quienes están llamados a cumplirlos no les harán caso, sino porque tampoco tienen los medios para ejercer una presión efectiva.

La convocatoria a huelga deviene entonces en un ritual catatónico, imparable, cuyo fin último es la autocomplacencia, en nombre de la sociedad, que habrá de conseguir unos objetivos imposibles, como “rebaja de la comida y medicamentos, incremento general de salarios… incluyendo a militares y pensionados, el 4% para la educación, el 5% para la UASD, la rebaja de la tarifa eléctrica…” y así una larga lista de exigencias que probablemente no podría cumplir un gobierno encabezado por los propios convocantes a huelgas.

Y todo eso es una pérdida irracional de energía y de destrucción y descrédito de los esfuerzos serios del movimiento social que busca objetivos superiores.

Por fortuna, esta vez, la “enfermedad huelguística” no dejó víctima mortal. Apenas, el sufrimiento de muchas personas que tuvieron dificultades para llegar a los centros donde trabajan.

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