Generosidad, una virtud edificante

La generosidad es una de las más claras manifestaciones de nobleza de espíritu y grandeza de corazón que puede dar una persona.

La generosidad es una de las más claras manifestaciones de nobleza de espíritu y grandeza de corazón que puede dar una persona. Los individuos que son generosos son ricos en la capacidad de ofrecer a otros lo más preciado de sí mismos.  Es generoso quien perdona las grandes ofensas, quien puede sacrificar su comodidad y sus privilegios en aras de conseguir lo mejor para los demás. Jacqueline Domínguez de Polaris, del Centro de Entrenamiento para el Bienestar (CEB), explica que  la generosidad es una expresión del espíritu y su manifestación no tiene exclusión ni fronteras.

Desde que el ser humano tiene memoria, se le enseña que la generosidad es  uno de los más importantes valores para el desarrollo de la sociedad, pues las más grandes y duraderas obras han provenido de personas que desinteresadamente han entregado al mundo el producto de su inteligencia y de su trabajo.

Sólo con generosidad es posible situarnos por encima de nuestros intereses personales y hacer lo que esté a nuestro alcance para que todos tengamos las mismas oportunidades y el mundo en que vivimos sea más humano y más justo cada día.

El efecto de la generosidad nos proporciona calidad de vida. No es rico quien más tiene, sino aquel que es más capaz de dar.

Hay que aprender  a regalar aquello que tenemos en abundancia: alegría, por ejemplo. Hay personas que sólo pueden dar alegría, ya que es lo que más tienen. Pero en la medida en que otros reciben este regalo, pareciera que la alegría se multiplicara.

Desarrollar este valor en los niños

Para poder enseñar a nuestros niños el valor de la generosidad es muy importante que como padres entendamos su significado y así podamos transmitir su esencia básica y la manera en que enriquece el espíritu, no solo de quien la posee (quien es generoso), sino también de quien recibe un gesto de generosidad.

Para conseguir que los niños sean generosos, es necesario educarlos en este valor. Si los padres aprueban sus pequeños esfuerzos, les estarán motivando a seguir con estos actos generosos.

La educación de un niño debe poner énfasis en aquellos valores que le ayudarán a crecer espiritualmente y además le proveerán de las herramientas para que pueda conectarse con su grupo más cercano. En este punto, es muy importante transmitirle al niño el valor de compartir. Si un niño comparte tanto sus objetos personales como sus ideas, es probable que el resto del grupo lo catalogue como una persona generosa y comprensiva a la que siempre tomarán en cuenta.

La mejor manera de trasmitir un valor tan fundamental como la generosidad es a partir del ejemplo. Si tu niño observa que eres una persona que comparte sus bienes o sus pensamientos con el entorno, seguramente actuará de la misma manera. Sin embargo, ten en cuenta que lo que se debe transmitir es el valor de compartir, que no es lo mismo que dar lo que a uno le sobra.

Compartir significa un acto generoso y solidario para con el otro, en el que uno debe desprenderse de algo, que muchas veces cuesta, para dárselo de manera desinteresada a otro compañero. Una buena idea para que el niño explore el valor de esa palabra es enseñarle que debe prestar sus juguetes, sus libros o compartir con otros niños su merienda.

Dentro de la familia

Se puede iniciar esta labor compartiendo con los hijos: dedicarles tiempo, haciéndoles saber que ellos son lo más importante, pueden compartir una relación en donde todos participen en poner la mesa, preparar los bocadillos, el hermano mayor puede ayudar al menor a alcanzar algún objeto que desee, etc. La convivencia armoniosa entre los hermanos es un facilitador para la generosidad.

Hay un sin número de formas de enseñar, a ser generoso; puedes llevar a tus niños a algún asilo y mostrarles parte de la realidad de las personas, motivarlos a compartir, a ayudar sin esperar nada a cambio, simplemente que den lo mejor de sí mismos. Para esta actividad debes tomar en cuenta su edad.

A los más pequeños, puedes leerles diferentes cuentos con moralejas, fábulas y diferentes cuentos con enseñanzas claras de esta virtud. Puede que sea necesario explicarles el cuento, hacerles preguntas sencillas, o bien colocarlos en situaciones hipotéticas, pero no fantasiosas, en donde ellos cuenten lo que harían si esa situación fuera real.

Poco a poco tus hijos comprenderán la esencia de la generosidad.

Cómo aprender a ser generoso

Disposición
Para ser generosos es necesario estar dispuesto a desprenderse, sin esfuerzo ni vacilación, de cualquiera de tus posesiones. Pero primero debes suprimir el afán de posesión.

Aprendizaje
Libérate del sentimiento arraigado de querer tener, de aferrarte a las cosas y adueñarte de ellas. Se abrirá un espacio en tu conciencia para ser generoso siempre.

Atención
Es necesario dar, si se quiere recibir. Así se produce un continuo proceso de transformación. Concentra tu atención en dar el regalo indicado, a la persona indicada, en el momento preciso.

Discreción
Cada día adopta una conducta generosa, sirviendo a los demás con pequeñas acciones y sin contárselo a nadie. Despréndete de todo lo que no uses y dáselo a alguien que lo necesite y uses.

Ayudar
Antes de buscar el beneficio personal, pregunta cómo puedes servir. En lugar de querer poseer empezarás a compartir, guiado por el deseo de ayudar a satisfacer las necesidades de los otros.

Sacrificio
Si das porque te sientes  obligado, no estas auténticamente motivado. Debes sacrificar lo que quieres.

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